Nacida en Coronel Bogado, Itapúa, Mily Brítez creció entre melodías de capilla, cuadernos escolares y sueños grandes. A los seis años ya cantaba con soltura, y poco después, comenzó su formación musical, aprendiendo a ejecutar el piano y la guitarra. La música fue, desde siempre, su forma de expresarse, y su talento la llevó a conquistar escenarios como Rojito Paraguay 2006 y la Expo Itapúa 2007, donde se alzó con los máximos galardones. Pero si algo valora por sobre los premios, es el cariño sincero de la gente: «Sin ellos no soy nada», ha dicho en más de una ocasión.

Durante años fue conocida por el público como “La Kchorrita”, un apodo que le fue dado en su paso por una productora musical y que respondía más a una estrategia de estilo que a su identidad real. Hoy, con madurez artística y una visión renovada, Milagros dejó atrás aquel seudónimo para dar paso a una nueva etapa más auténtica y personal. Ya no busca encajar en moldes ajenos, sino compartir su arte desde lo que verdaderamente es: una joven intérprete que quiere emocionar con su voz, sin disfraces ni etiquetas.

Con los pies firmes en la tierra, pero la mirada puesta en el horizonte, sueña con llevar su música a escenarios internacionales como el Festival de Viña del Mar, y también con mostrar su versatilidad en propuestas televisivas como Bailando por un Sueño. «Tengo muchos sueños», dice, y aunque algunos parecen lejanos, su historia demuestra que cuando se canta con el alma, los kilómetros se acortan y el mundo se vuelve un poco más posible.