Flor Martino, actriz paraguaya que hoy brilla en las telenovelas mexicanas, compartió con PrimiciasYa el viaje que transformó su vida. Desde su llegada a México, un mercado televisivo altamente competitivo, Martino supo abrirse paso en una industria ajena, con desafíos personales y profesionales que moldearon no solo su carrera, sino también su carácter. “Como mujer paraguaya en un medio tan difícil y fuera de mi país, significó mucho tener la perseverancia para cumplir mi sueño”, afirmó con emoción.

Los primeros años no fueron fáciles. La actriz relató que le tomó cerca de tres años adaptarse por completo al ritmo frenético y a las exigencias del medio mexicano. Desde aprender a manejarse en una ciudad caótica como Ciudad de México hasta neutralizar su acento para encajar en televisión, el proceso fue transformador. “Además de adaptarme al trabajo, tuve que aprender a vivir sola y a reconocer en quién confiar. Pero todo valió la pena. México me abrazó”, recordó.

A lo largo de su carrera, Flor ha interpretado múltiples personajes, todos con un valor personal profundo. Para ella, los papeles no llegan por casualidad: “Cada personaje me eligió en el momento justo. Al interpretarlos, también hice una introspección. Les tengo un cariño especial a todos”, comentó, reafirmando que actuar no solo es un trabajo, sino un proceso de autoconocimiento.

Pero su mayor obstáculo no fue el acento, la competencia ni el tamaño de la industria: fue ella misma. “Mi mayor desafío fueron mis propios pensamientos: los que te dicen que no puedes, que no sos suficiente. Tuve que trabajar mucho en amarme y aceptarme”, confesó. A través de la terapia, el ejercicio y la lectura, logró combatir esas voces internas que tantas veces limitan el crecimiento de quienes sueñan en grande.

Aunque hoy disfruta del éxito frente a cámara, no descarta volver a Paraguay para una temporada. “Ahora no tengo ganas de producir, prefiero actuar, pero me encantaría trabajar en mi país. Sería lindo volver con mi familia y hacer lo que amo”, expresó. Lejos de olvidar sus raíces, Flor Martino demuestra que se puede conquistar el mundo sin dejar de ser la persona que empezó con un sueño.