La escena del espectáculo paraguayo tiene nueva reina, pero esta no llegó por escándalos ni romances mediáticos, Arita Jiménez se consagró como “Bailarina Destacada del Año” en los Premios Ñane Mba’e, y lo hizo después de arrasar en Baila Conmigo Paraguay 2024. Sin embargo, lo que más impacta no es su destreza en el escenario, sino la transformación de una figura televisiva en una referente cultural con visión propia.

Lejos de conformarse con los aplausos del prime time, Arita aprovechó su creciente popularidad para lanzar un proyecto que habla más de compromiso que de fama, su propia academia de danza, el Estudio Ballet Ara Jiménez, en Villa Elisa. Allí forma a niñas y adolescentes en ballet clásico, danza paraguaya y ritmos latinos, apostando a crear disciplina, arte y futuro. Mientras otros invierten en seguidores, ella invierte en formación.

“No gané este premio sola”, dijo al recibir el reconocimiento, agradeciendo a sus maestros y colegas, pero su mensaje fue más allá de la gratitud, habló de proceso, trabajo silencioso y resistencia en un mundo del espectáculo que muchas veces premia lo banal antes que el verdadero talento. Con esas palabras, puso en evidencia que su victoria es colectiva, sí, pero también profundamente política.

Arita representa a una nueva generación de artistas que no solo bailan bien, sino que piensan, enseñan y transforman. En un ambiente donde muchas figuras se consumen rápido y desaparecen con la próxima temporada, ella está construyendo legado. Su nombre ya no es solo sinónimo de técnica impecable, sino de propósito.

Desde la televisión hasta las aulas de danza, Arita Jiménez no solo se destaca, sino que desafía. No se trata solo de quién se lleva los trofeos, sino de quién deja huella y en eso, Arita va varios pasos adelante.