La lujosa fiesta de 15 años de la hija del exdiputado Justo Zacarías y la diputada Rocío Abed no solo fue noticia por su fastuosidad, sino también por la presencia inesperada de los Kchiporros, una de las bandas más populares del país. La agrupación, reconocida por su mensaje crítico hacia los políticos corruptos, fue duramente cuestionada en redes sociales por aceptar actuar para dos figuras políticas ampliamente señaladas por su manejo del poder.

En plataformas como X (exTwitter), fanáticos y usuarios no escatimaron en reproches. “¿No eran ustedes los que cantaban contra los que se enriquecen con la política?”, fue uno de los tantos mensajes que marcaron el tono general del escándalo. El intento de la banda por desviar la atención publicando la letra de una nueva canción solo empeoró la situación, y el post fue eliminado horas después, en medio de una lluvia de comentarios negativos.

Más allá del monto del contrato, que según fuentes, rondaría los 10.000 dólares o más—, lo que más molestó al público fue la contradicción entre el discurso y la práctica. Muchos esperaban que una banda que construyó su identidad a partir de la crítica social supiera decir “no” a ciertos escenarios. Ahora, con su credibilidad en duda, los Kchiporros enfrentan una crisis de imagen que ni su talento musical parece poder atenuar.