Robert Redford, uno de los grandes íconos del cine estadounidense, falleció a los 89 años mientras dormía, según confirmó su representante a The New York Times. Actor, director y activista, Redford dejó una huella profunda en la industria cinematográfica, no solo por sus inolvidables interpretaciones, sino también por su firme compromiso con la promoción del cine independiente a través del reconocido Festival de Sundance, fundado por él en 1979.
Con una carrera que abarcó más de seis décadas, Redford brilló en títulos memorables como Butch Cassidy and the Sundance Kid, Descalzos en el parque, Todos los hombres del presidente y El candidato. Su talento no se limitó a la actuación: en 1980 ganó el Óscar como mejor director por Ordinary People. Su figura marcó una época en la que el cine se volvió una herramienta de reflexión política y social, temas que siempre estuvieron presentes en su filmografía y en su activismo ambiental.
Más allá de la pantalla, Redford fue mentor y motor de nuevas generaciones de cineastas, brindando espacio a voces emergentes a través del Instituto Sundance. Su legado es el de un artista completo, con una visión transformadora que redefinió la relación entre Hollywood y el cine de autor. Su partida deja un vacío inmenso, pero su influencia seguirá viva en cada historia contada desde los márgenes del cine tradicional.