Con entradas agotadas y un Coliseo de Puerto Rico vibrando al máximo, Bad Bunny dio inicio a su esperada residencia “No me quiero ir de aquí”, un espectáculo pensado exclusivamente para su gente. Con tres funciones iniciales repletas de emoción, de las nueve previstas, el artista boricua convirtió cada noche en una experiencia íntima para 15 mil fanáticos locales, mezclando música, identidad y orgullo cultural como nunca antes se había visto en su tierra natal.
El show, que dura tres intensas horas, comienza con un guiño a la vida cotidiana: Dayaneris buscando su cámara y Julito Gastón su tambor. Desde ese instante, el mensaje es claro: disfrutar el ahora. La noche toma vuelo con el estreno en vivo de “ALAMBRE PúA” y una potente selección de temas de su más reciente disco, DeBÍ TiRAR MáS FOToS. Pero lo que hace única a esta residencia es su homenaje constante a Puerto Rico, con sonidos tradicionales, artistas locales invitados y una vibra que solo se siente cuando el corazón late al ritmo de la isla.
Sobre el escenario, más de treinta bailarines, pleneros y músicos se fusionan con una puesta en escena imponente, luces, fuegos, pantallas y un techo que se convierte en cielo digital. La residencia no es solo un show, es una carta de amor a la isla, una fiesta de raíces y modernidad, y la prueba de que Bad Bunny, aún en la cima global, sigue cantándole primero a los suyos.