Una tormenta digital sacude la red social X, donde la comunicadora Sara Dihl se convirtió en blanco de insinuaciones personales luego de publicar una noticia sobre un grave caso de abuso en Luque. El posteo, dirigido al pastor Emilio Agüero, narraba la denuncia de una madre cuya hija de 15 años habría sido abusada por su padre. Pero lo que debía ser una reflexión social se convirtió en una polémica cuando el usuario Nicolás D’Ursi sugirió que Dihl hablaba de estos temas por una experiencia personal similar. La periodista respondió con contundencia, negando rotundamente la insinuación.

En medio del revuelo, quien alzó la voz fue Diego Lansac, el mediático abogado conocido por defender a celebridades, quien no dudó en pronunciarse: “Cada vez más convencido de que hay que regular las redes sociales, no se puede agredir tan impunemente bajo el manto de la clandestinidad”. Sus declaraciones reavivaron el debate sobre los límites de la libertad de expresión, el anonimato digital y la urgencia de una legislación que proteja a las víctimas de violencia verbal en línea.

Mientras crece el escrutinio público sobre la dinámica de acoso en redes sociales, este episodio expone una grieta profunda: ¿dónde termina la opinión y dónde comienza la agresión? Lo que empezó como una denuncia social hoy se transforma en un espejo incómodo de una sociedad que aún no sabe convivir con el poder y los peligros de las plataformas digitales.