La polémica en redes no da tregua. Esta vez, el triángulo sentimental entre la reconocida pastelera Verónica “Tortas” Pereira, el cineasta Oz Montanía y la famosa chef Gia Alfieri escaló a nuevos niveles de tensión pública. Vero decidió hablar sin filtros y lo hizo con un extenso descargo en su cuenta de Instagram, donde no solo se defendió de los ataques, sino que acusó directamente a Alfieri de fomentar una campaña de ciberacoso en su contra.

Según expuso la repostera, todo habría comenzado con un mensaje de Alfieri en el que pedía denunciar su cuenta en Instagram. A partir de ahí, Vero asegura que empezó a recibir una catarata de mensajes cargados de odio. “No sé si esto forma parte del duelo o de un patrón de comportamiento, pero lo que están haciendo ya no es catarsis: es hostigamiento”, escribió visiblemente afectada.

Pero el posteo no se quedó solo en la queja. Vero fue más allá y denunció que su salud mental fue usada como arma para humillarla públicamente. Según ella, alguien cercano a Gia habría filtrado datos personales sobre episodios delicados de su vida emocional a páginas de chismes y a personas de su entorno, con el fin de amplificar la burla y el escarnio. “Enviar información sensible sobre intentos de suicidio para que me ridiculicen en redes no tiene justificación, ni siquiera si estás atravesando una decepción amorosa”, lamentó.

En medio del escándalo, Vero también apeló a la empatía, recordando que todos pueden haber pasado por traiciones amorosas, pero que eso no da derecho a desearle la muerte a nadie. “Me puso los cuernos, sí, pero reírse de que yo estuve al borde del suicidio es de una crueldad inhumana”, sentenció en sus historias, mientras cientos de seguidores le expresaban su apoyo.

Por su parte, Gia Alfieri no se mostró particularmente afectada. Desde sus redes, compartió historias entrenando en el gimnasio y saliendo con amigas. Ante la consulta de una seguidora sobre su ex y su supuesta nueva relación con la pastelera, respondió con ironía: “Me hizo un favor”.

El conflicto ha encendido las alarmas sobre el límite entre el duelo amoroso y la violencia digital. Lo que comenzó como un escándalo de corazones rotos ahora se transforma en un debate más profundo sobre salud mental, exposición pública y la delgada línea entre el enojo y el daño.